martes, febrero 26, 2013

José Valle Valdés


Desmenudeado

Diminuto en su cuerpo tumbado
un hombre valúa sus flaquezas.
Razón de su rumiar personal.
Supone conflictos inevitables y se refugia,
a manera de conciliábulo
que con prudencia clandestina
progresa entre las sombras.

Cohabita pantomimas y caricaturas.
Asegura que recurre
en pos de terceras opciones.
Tal mudado por íntima tribulación
enaltece su mejor atributo. 
Paréale  cualquiera de las extrañas bardillas
en su renuncia al mundano escozor
que avasalla en los estropicios.
Imposibilitado, no concibe amparo
en la coyuntura que le depone.
Residual, mínimo, escamotea cualquier luz.
Cohabita con gestas singulares
que oscilan en sus fantasías,
soberbio a pesar de todo.
 La presión de esta ciudad
valida las pirámides invertidas
donde muchachas anticipadas
desnudan la gracia de los ojos
cansados y aburridos
de los apabullados por el inmenso ritmo;
ya incapaces de testificar, con buena razón,
la inclemencia de esta escapatoria
hacia una infinita rumba. 

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