miércoles, enero 23, 2013

Isabel del Carmen Acevedo Belmar


ARBOLES QUE SE BEBEN  EL AGUA, LA LUZ Y LA TIERRA


Desde la ventana observo los árboles entre los matorrales,
Me figuro debajo de sus frondosas ramas, furtivamente mirando entre el follaje, escudriñando, y en un diálogo en silencio le pregunto: ¿no tendrán un nido de pájaros?
Y ellos me responden:   ¿quién eres tú, o qué eres?   ¡ no  te conocemos!
Pienso, no podrían  decir que no conocen a los seres humanos,
tantas  personas que habrán  visto en toda su vida,
Algunos pasar por su lado, otros sentados a sus pies
protegiéndose con su sombra, incluso otros más osados, que en un abrazo como la cuncuna se trepan por sus troncos, a no ser que sean  árboles ermitaños, esos que viven en las montañas, esos que sólo conocen de pájaros, de sol, de lluvia y de viento.
Árboles que con la belleza de sus formas, de sus hojas y colores mimetizándose con los colores del paisaje tratan de no ser notados por la pupila de unos ojos curiosos.
Árboles dispuestos en  grupos muy pequeños y otros tan solos que parecen centinelas de la soledad.
Árboles en parques, plazas y jardines, árboles que por derecho propio eligieron el lugar donde nacer, semillas que en un soplo de viento, cayeron sobre la tibia y húmeda tierra  en lugares remotos  anidándose como los pájaros en sus ramas, formando bosques de criaturas diversas.
Árboles que se beben  el agua, la luz y la tierra,
Árboles que bailan al ritmo e impulso de muchos vientos venidos de  lugares extraños.