viernes, febrero 01, 2013

LUIS A. PALAVECINO TRONCOSO


QUÉ ES SER POETA


Una cítara tañendo en la cima azul del firmamento
Una cuerda de oro tejiendo arpegios en el alba
Una voz emergiendo desde la fuente de los ríos

Ser poeta es hablar todos los idiomas del verbo:
Las vocales rompiendo las oquedades del silencio
Y las consonantes orquestando el compás del Universo

Ser poeta es recoger todas las voces de la Tierra:
El rumor suave o tormentoso del viento
La sonoridad sutil o encrespada de las olas
El despertar del sol tras la nívea montaña
La respiración del monte y la quebrada
El lamento de la sombra del crepúsculo
La irrupción de las estrellas cuando florecen
Y el callado y lumínico mensaje de la luna

Ser poeta es saber  escuchar todos los sonidos de lo vivo:
El croar de las ranas en el oculto charco
El aullido del lobo en la estepa solitaria
El bramido del toro en el vaporoso potrero
El fifí de la perdiz arrancando del traicionero disparo
El zurear de las palomas picoteando en la plaza
El seseo de la serpiente contorneándose en la selva
El llanto del niño cabeceando el pezón de la madre
El golpe del martillo clavando las horas del salario
El ruido de las ollas en la prodigiosa cocina del estómago
El estallido dinamital en el túnel del sudor y del miedo
El movimiento circular de la urbe repleta de ambiciones
El chirriar de los trenes en los ríeles infinitos
Y la sonoridad del hombre abrazándose a la vida mortal

Ser poeta no es sólo cantarle al amor y al sexo que arde lujurioso
Sino hacer brotar la palabra desde lo más profundo y sencillo:
El críptico mensaje de los sueños y la misteriosa voz del inconsciente
Hasta encender el fósforo de un cigarro de rutina esperanza

No basta abrir los labios de las piernas y  oler su matrizal fuente
Sino expresar su esencia en versos que dan la vida
Es cantarle a todo lo que inspira a su guitarra de mil cuerdas:
Los pétalos del alba
Las alas caídas de la lluvia
El rugir de la tormenta
El ojo rojo, enroscado y tremebundo del huracán
La sonrisa angelical de un niño
Las arrugas experiencial de la vejez
Los dolores que se revuelcan entre las sábanas
La verde palidez del hambre paseándose desnuda por el indiferente mundo
El negro de la muerte con su crespón de luto en las calles
El carro bomba que estalla en el corazón de la intolerancia
La frustración que emerge soberbia y justa de una juventud sin rumbo

En fin todo esto y mucho más debe tocar la sutil sensibilidad del poeta
Y estamparlos con su pluma hecha de siglos y siglos de sudores
En poemas que hablen en ritmos melódicos y armoniosos
Y no sólo para deleitar el paladar de doctos y críticos de la lengua
Sino para embellecer el verbo que hace renacer la carne espiritual
De la existencia.


Mónica Flores Farías.





BÚSQUEDA


Construyendo escaleras a la luna
buscando sendas extraviadas
apostando a la esperanza
acercando el alba para ver el horizonte.

Insatisfecha
 
combatiendo la injusticia y la violencia…
 
donde las fronteras se pierden
... y los pasos se agotan 
en la profundidad del sueño… 

Saltando sobre el mundo
soportando el absurdo
más allá de lo objetivo y subjetivo
me canso
me agoto
me detengo… 

Descubro lo común y normal 
lo que manejamos y no siempre vemos
aterrizo 
atesoro
y vivo en paz todos los pasos que he de dar.










Marcela Oporto Ulloa


Tantas cosas


Él dijo que estaba solo y me mostraba su sonrisa
La soledad le acariciaba y le hacía compañía
Me dijo que no lloraba ni de pena ni de alegría
Sino para limpiar sus ojos de la lluvia que  caía

Siempre recordare sus últimos suspiros
La aflicción de su pecho y sus brazos caídos
Como vestía de noche al dejar el olvido
Siempre recordaré de él que fue lo más querido

Él me dijo tantas cosas que se quedan en mi mente
Me nombro tantos paisajes que imagino hasta verles
Me predijo de mariposas que volaban en el prado
Nos amamos tantas veces sin ni siquiera tocarnos

Y pronto tan repentino no lo vi más en el árbol
Lo busque por todas partes y ni huellas de sus zapatos
Quizás vuelva mañana pues está muy nublado
A él le gustaba el sol y taparlo con sus manos

Y llega el ayer y no ha vuelto a este camino
Y llega el dolor de no saber dónde se ha ido
Algo me dice que esto es cosa del destino
En mis dulces deseos ya no puedo redimirlo

Róbame la vida si eso prefieres con tu boca
Pero deja que la plata de la luna nos arrope
Puede que no vuelvas, puede que te espere
Tú dijiste tantas cosas en la soledad inminente