QUÉ ES
SER POETA
Una
cítara tañendo en la cima azul del firmamento
Una
cuerda de oro tejiendo arpegios en el alba
Una voz
emergiendo desde la fuente de los ríos
Ser poeta
es hablar todos los idiomas del verbo:
Las
vocales rompiendo las oquedades del silencio
Y las
consonantes orquestando el compás del Universo
Ser poeta
es recoger todas las voces de la Tierra:
El rumor
suave o tormentoso del viento
La
sonoridad sutil o encrespada de las olas
El
despertar del sol tras la nívea montaña
La
respiración del monte y la quebrada
El
lamento de la sombra del crepúsculo
La
irrupción de las estrellas cuando florecen
Y el
callado y lumínico mensaje de la luna
Ser poeta
es saber escuchar todos los sonidos de lo vivo:
El croar
de las ranas en el oculto charco
El
aullido del lobo en la estepa solitaria
El
bramido del toro en el vaporoso potrero
El fifí
de la perdiz arrancando del traicionero disparo
El zurear
de las palomas picoteando en la plaza
El seseo
de la serpiente contorneándose en la selva
El llanto
del niño cabeceando el pezón de la madre
El golpe
del martillo clavando las horas del salario
El ruido
de las ollas en la prodigiosa cocina del estómago
El
estallido dinamital en el túnel del sudor y del miedo
El
movimiento circular de la urbe repleta de ambiciones
El
chirriar de los trenes en los ríeles infinitos
Y la
sonoridad del hombre abrazándose a la vida mortal
Ser poeta
no es sólo cantarle al amor y al sexo que arde lujurioso
Sino
hacer brotar la palabra desde lo más profundo y sencillo:
El críptico
mensaje de los sueños y la misteriosa voz del inconsciente
Hasta
encender el fósforo de un cigarro de rutina esperanza
No basta
abrir los labios de las piernas y oler su matrizal fuente
Sino
expresar su esencia en versos que dan la vida
Es cantarle
a todo lo que inspira a su guitarra de mil cuerdas:
Los
pétalos del alba
Las alas
caídas de la lluvia
El rugir
de la tormenta
El ojo
rojo, enroscado y tremebundo del huracán
La
sonrisa angelical de un niño
Las
arrugas experiencial de la vejez
Los dolores
que se revuelcan entre las sábanas
La verde
palidez del hambre paseándose desnuda por el indiferente mundo
El negro
de la muerte con su crespón de luto en las calles
El carro
bomba que estalla en el corazón de la intolerancia
La
frustración que emerge soberbia y justa de una juventud sin rumbo
En fin
todo esto y mucho más debe tocar la sutil sensibilidad del poeta
Y
estamparlos con su pluma hecha de siglos y siglos de sudores
En poemas
que hablen en ritmos melódicos y armoniosos
Y no sólo
para deleitar el paladar de doctos y críticos de la lengua
Sino para
embellecer el verbo que hace renacer la carne espiritual
De la
existencia.
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