EN LA CIUDAD.
En la ciudad caen los cabellos
y duermen entre vidrios los días
esculpiendo harapos con el mentón,
mientras resguardan su vaso de soda.
Salen los niños de las casas
cargando sacos y masticando trigo
esperando la tarde en su caminar,
y limpiando las uñas de sus penas
con libros sin puertas ni ventanas.
En la ciudad se cuela el sol a medio sonreír
con cabezas de alfileres rodando en la plaza,
y hablando de una locomotora
que habita en nuestros bolsillos.
En la ciudad caen los cabellos
y duermen entre vidrios los días
esculpiendo harapos con el mentón,
mientras resguardan su vaso de soda.
Salen los niños de las casas
cargando sacos y masticando trigo
esperando la tarde en su caminar,
y limpiando las uñas de sus penas
con libros sin puertas ni ventanas.
En la ciudad se cuela el sol a medio sonreír
con cabezas de alfileres rodando en la plaza,
y hablando de una locomotora
que habita en nuestros bolsillos.
En la ciudad se despiden
amores y dolores
cuando se golpea la mesa,
y sembramos un árbol de huesos
en los límites de nuestros ombligos.
Así la ciudad pinta cuadros en cada voz,
y en cada suelo donde las mariposas
migran a su boceto de METAL-AMOR-FÓSIL.
cuando se golpea la mesa,
y sembramos un árbol de huesos
en los límites de nuestros ombligos.
Así la ciudad pinta cuadros en cada voz,
y en cada suelo donde las mariposas
migran a su boceto de METAL-AMOR-FÓSIL.
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