Copiapó, ciudad de qué,
lugar de alguien y de algo,
de bosques y jardines
invisibles,
de rocas y tesoros
subterráneos.
En ti descanso y permanezco,
con mi piel curtida entre luz y sal,
barajando el día para vivir
mañana,
mirando al cielo para buscar
mi guía,
en pléyades, durmientes y
encrucijadas,
en alguna media vuelta de
cerros o de escombros.
Copiapó, ciudad sedienta,
hacia dónde escapó tu agua,
en qué lugar se encuentra
refugiada o presa?
en espinas o en raíces
coloquiales,
en jorobas o en estómagos de
acero,
en arterias o en tu estructura
ósea.
Hacia dónde cabalgaron sus
moléculas,
al mar o a la cordillera?,
a caso la capturó la sal o la
nieve,
o se extravió en el desierto
indómito.
Agua atacameña, cómo sacarte
de las vides,
cómo estrujarte de las rocas y
del cobre,
qué decir para convencer a tu estructura,
y que regreses al pueblo y a
su vida,
al regocijo de verte en esta
tierra desnuda,
deambulando por el sinfín de mi garganta.
Cómo volver a mirar la salud
de tus moléculas,
y seas sudor de mi y de mis
hijos,
que seas niebla, que seas
nieve,
que seas tú, líquida, gaseosa
eternamente.
Bugues
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