Mirando hacia el mar
Mirando hacia el mar me detengo
respirando como un náufrago.
Tendida en la arena
reposa mi existencia oceánica,
mi llamada, mi camino infinito.
Es que a veces vivo
alimentándome de sal y de algas,
y respiro las noches frías,
y amo a la mujer que vive
ebullente entre las olas.
El mar me llama hacia su tumba.
Frente a él hallo mi humanidad,
la ocasión de muerte,
la acción de vida y de grito.
Me adueño de todo lo nocturno,
de todas las luces navegando
hacia donde yo navego,
empuñando el olor a tierra
que tiene mi voz,
las costumbres de mis manos
cuando amo y el largo adiós
que se expande en mi rostro.
Antofagasta, Junio de 1990
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