ETÉREA
te persibo, risueña
y lúdica,
sonriendo
entre
el vaivén
burbujeante,
del agua
en el estero.
Y te diviso,
cabellera
al viento,
danzando
enamorada
por
los
senderos
de tu
pueblo.
Y tu voz,
me
llega
melodiosa
y plañidera,
brincando
por entre
lúcumas
y
ciruelos.
Y el gorjeo
de tu
risa
me
despierta,
mientras
desapareces,
muy
lentamente,
en el cielo.
Y para mi
desdicha,
vida mía,
sigues
y
seguirás
siendo,
tan solo
y nada
más,…
que un sueño.
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