SELK-NAM
Desde el
lodazal sombrío
de los
escombros de tu civilización.
Desde los
restos de las ilusiones y desencantos.
Desde allí
fluye la vida, nace el amor.
Brote tímido
que asoma curioso
para ver la
luz del cielo.
La tierra se
estira, respira
se levanta y
promete un nuevo día.
Recuerda a
sus hijos caídos,
aniquilados,
vendidos, expuestos y
devueltos
como piezas de museo,
mientras la
inocencia sigue siendo la bandera
Selk-nam que
vaga por la eternidad.
El hijo de la
tierra nunca supo
que el
visitante era el enemigo.
Entre los
ecos de toda una población que llora
las
fogatas que ya no alumbran la noche austral,
entre
olas que surcan mares
buscando al
pescador que ya no esta
y que recorre
llanuras que no son cubiertas
por cazadores
de lanzas y cueros,
la tierra los
recuerda, los llora
Y entre
gimoteos levanta la esperanza
de la memoria
que los inmortaliza.
La tierra los
acuna y a través de los años
los mantiene
vivos en cada amanecer,
en cada canal
que bordea la tierra,
en cada isla,
islote y continente.
La tierra
promete tenerlos
en sus
entrañas y recibe el nuevo día
como promesa
eterna de mantener
a sus hijos
cubiertos y seguros
a resguardo
del visitante traidor.
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